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das Mystische 2.1

Insomnio

Acostumbrado al sueño, en el tráfico abierto de sueños despiertos y sueños dormidos, me veo a mí mismo desde la altura de la incapacidad y de la insustancialidad más absoluta. Que me perdonen a un tiempo los coautores del plan de evasión y los arquitectos de la mesa de negociaciones, pero hoy estoy lúcido; no hay más remedio. Y la luz que veo al fondo, al final del pasillo, no es la visión mística y equilibrada que nos acompaña en la vigilia, ni el juego habitual de la memoria, sino una luz mucho más familiar y hogareña, una luz producto del cansancio y el olvido.

Es decir: la luz doméstica del baño.

Y es que el pequeño se levantó a mear y la dejó encendida.

(La Maga, a la salida del Alphaville, fue contundente. ¿Qué tengo que ver yo –me preguntó con la mirada- con un grupo de burgueses europeos que, a través de su paso por todos los "ismos" posibles, (marxismo, trotskysmo, existencialismo, estructuralismo) han acabado cómodamente instalados en el cretinismo? ¿Qué tengo que ver yo con la "alta cultura", con ese profesor universitario políticamente incorrecto, supuestamente progresista? ¿Qué tengo que ver yo con ese tiburón del capitalismo (su hijo) que, ante la mirada divertida de los cretinos, lo compra todo con dinero? El caso es que le prometí a La Maga una noche divertida y no se me ocurrió otra cosa que sacar un par de entradas para Las Invasiones Bárbaras, de Denys Arcand; y, claro está, La Maga no tiene tiempo que perder leyendo a Cioran (ni falta que le hace) porque habitualmente tiene todo su tiempo ocupado (lo suyo es la limpieza filosófica) y un burgués que se suicida placidamente en una casa de campo, a orillas de un lago, y gracias a la heroína que le proporciona una heroinómana (tan burguesa como el protagonista), en opinión de La Maga, no es una historia triste. Al menos, no tan triste como otras historias. Y por ello, La Maga, a la salida del cine, ha sido tan contundente: eres un idiota, me ha parecido que decía en el momento justo en que encendía un cigarrillo. Y lo peor es la sensación que te deja (el sabor a tierra del beso), cuando en medio de la noche, con los ojos bien abiertos, estoy de acuerdo con ella.)

FUNDAMENTO:

Al igual que la energía, la idiotez nunca desaparece, más bien se transforma.

Rosa Montero.

A propósito de la Historia de un idiota, de Félix de Azúa, que, a falta de ansiolíticos, me acompaña siempre en las noches de insomnio.

1 comentario

pini -

no se te ocurrió probar con un "chupito" de whisky(o un par) como le dicen ustedes?

y cambiar las invasiones bárbaras por los tres chiflados versión rayada de tan pasada, que a las 2 de la madrugada reponen sólo para gente "como uno"...